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Gilbarath - Rallum - Cuando ella llego...

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SharksFlames's avatar
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Por la madrugada en Rallum había silencio, se escuchaba el viento del desierto resonar mientras que el sol apenas se asomaba entre las dunas de arena, estaba tranquilo y sereno, tanto que parecía un pueblo fantasma, fue entonces que esa calma se rompió cuando el Hombre Martillo pateó la puerta de una casa de la aldea, entró sin pedir permiso y busco por todos lados, debajo de la mesa, las sillas, el techo y las habitaciones, sin embargo, no daba con lo que quería encontrar.

-¡¡JALÎL!! -gritó Illius con enojo y severidad.

De una de las habitaciones salió de una de las habitaciones muy alarmado, apenas había podido colocarse los pantalones, su pelo estaba desgreñado y la baba seca seguía en las comisuras de sus labios.

-Illius, es muy temprano para que me despiertes
-¿Dónde está?
-No otra vez, viejo. Que la haya escondido de ti una vez no quiere decir que siempre lo vaya a hacer
Illius lo hizo de lado y trató de entrar en la habitación del joven elibir.
-¡Eh! No puedes entrar en mi habitación, ¡tardé todo el día para acomodar las cosas en su lugar la última vez!

Jalîl se interpuso entre la puerta e Illius.

-¡Vamos, amigo! ¡viejo! ¡mejor amigo! ¡compañero! ¡colega!
-Te lo voy a preguntar por última vez Jalîl, ¿dónde está? -al decir esto el muchacho suspiró con pesadez mientras dejaba caer su cabeza en la puerta.
-¿Por qué no le preguntas a ZÂhir y Hâfez? Ayer los vi hablando con ella -bostezó-. Ahora déjame dormir por favor…
Illius se fue resignado de la casa y miró la puerta que había roto.
-Luego le digo a tu padre que venga, le diré que fui yo
-Si, gracias -dijo Jalîl finalmente para ir a su habitación.

El hombre caminó echando humo por las orejas, no literalmente, mientras se dirigía a una casa más pequeña, iba a tirar la puerta, pero sabía que la madre de Hâfez no le parecería gracioso que la despertaran en la madrugada. Gruñó exasperado mientras pateaba la arena del suelo, gracias a eso se percató de las huellas de unas pesuñas.

-Cailiko… -se llevó la mano a la nariz mientras suspiró- esta mocosa…
-¿Illius? -decía una voz femenina, desde la ventana del segundo piso de la casa se asomaba una mujer elibir en sus 30- ¿Qué sucede? ¿Pasó algo malo?
-No, señora, solo venía a decirle al señor Bakri que… derrumbé la puerta de su hijo
-¿Otra vez? ¿Lo hizo de nuevo?
-Fue un malentendido, nada más que eso -Illius comenzaba a incomodarse por el tema, por lo que decidió darse prisa-. Vuelva a dormir, luego le explico y eh… si puede, revise la habitación de su hija Hâfez…
-¿Por qué?
-Creo que debería asegurarse de que todo siga en su sitio, ahora me retiro -dicho esto Illius se marchó a paso apretado, siguiendo las huellas de caballo que se encontraban en la arena, dejando a la señora Bakri confundida.

Illius odiaba que estas situaciones pasaran, su responsabilidad siempre iba y hacía una travesura, todo con tal de evitar el entrenamiento. Se preguntaba cuando iba a aprender, pero la abuela Ziyâd le dijo que tuviera paciencia con ella.
La paciencia no le abundaba en este momento.

Siguió caminando, alejándose de la aldea, las huellas de Cailiko lo guiaban hacia unas dunas altas y algunas rocas que salían entre las arenas. El sol ya iluminaba el día así que debía apurarse en regresar para que Hâfez no tuviera más problemas de los que ya va a tener. Cruzó las dunas y ahí vio dos figuras alrededor de un agujero y un caballo negro a un lado.

-¡Hâfez!
La chica de cabellos plateados y piel bronceada se volteó asustada, no aparentaba más de 17 años, elibir.
-Oh no… -la chica volteó a ver a su acompañante quien estaba de rodillas en el suelo.
-Hâfez, en este momento tu madre ya se debió de enterar que no te encuentras en tu dormitorio, te recomiendo que regreses con Cailiko a la aldea… -Hâfez asintió y se montó en el corcel para luego marchar a la aldea con rapidez- ¡Y tú! -se giró con la otra muchacha.

La chica se levantó y sacudió la arena de sus rodillas. Sus vestimentas de piel resistente estaban desaliñadas, al igual que su cabello caoba. Sus ojos verdes y grisáceos miraron con irritación y enfado al mayor, y con esas sombras en los ojos de no haber dormido por días y que indicaba falta de nutrición y salud la volvían un poco más sombría.

-Estas en problemas, Jade
-Oh, vaya ¿desde cuando eres mi jefe? -espetó la muchacha a la defensiva.
-¡Eres mi responsabilidad desde el momento en que te traje aquí, yo te di un techo, alimento y abrigo! ¡Haces lo que yo te diga, cuando lo diga, como yo te lo ordene!
-¿¡Quién te pidió que me cuidaras!? ¡Cuando entenderás que no quiero entrenar!
-¡No es una opción!

La chica se giró sobre sus talones y comenzó a alejarse.

-¡Ahora me darás la espalda! -la chica siguió alejándose- ¡Jade, te exijo que vuelvas aquí y como des un paso más me veré obligado a llevarte devuelta al pueblo por la fuerza!
La chica se detuvo y miró de reojo a Illius, quien señalaba un punto enfrente de él
-¿Ah, si? ¿Y qué si no quiero?

Ambos se miraron de manera desafiante por unos momentos, manteniendo distancia.

Mientras que en la posada La Tortuga de Arena, la señora Bukri limpiaba los platos en la cocina con su hija Hâfez cortando vegetales.

-…y debes tener cuidado! -terminó de regañas a la joven en lo que ponía a secar los trastes.
-Si Mamá… no era mi intención asustarlos a todos…
-Pues lo hiciste, a tu padre casi le da un ataque. Recuerda que su corazón es delicado… si se vuelve a llevar un susto así no creo que lo resista.

Hâfez suspiró mientras terminaba de cortar unas cebollas, el olor fuerte hizo que comenzara a lagrimear sin parar.

-Hâfez, sé que desde que llegó Jade te has vuelto muy amiga de ella… pero recuerda que no debes animarla a cometer esas acciones, no debes distraerla del entrenamiento o también te meterás en problemas con el Hombre Martillo -sacó unas frutas de la canasta, comenzando a pelar una manzana de ahí- y no te voy a defender porque te lo mereces.
-Yo… eh… -trató de responder nerviosa.

Ambas mujeres continuaron con sus tareas mientras que de las habitaciones bajaban viajeros y aventureros, esperando el desayuno. Hablaban y reían entre ellos, algunos planeaban rutas para seguir su camino. Por afuera los pocos habitantes del pueblo continuaban su día, algunos trabajando en las cosechas y el ganado entre todos. Entonces Zâhir, un joven fa’e de cabellos castaños, ojos negros y piel tostada, entró a la posada.

-¡Hâfez! Tienes que ver esto, ¡usted también señora Bakri!

Ambas señoritas se miraron entre sí y salieron como una ráfaga veloz de la posada, dejando al Señor Bakri atendiendo solo en la barra.
-¡Eh! ¡A donde van!

Al salir Hâfez y la señora Bakri vieron lo que a casi diario sucedía en la aldea. Zâhir estaba al lado comiendo unas semillas de girasol entretenido, junto con Jalil quien agarraba de esas semillas, igual de entretenido.

-¡SUELTAME SUCIO VIEJO ESTÚPIDO! -gritaba la joven Jade siendo cargada como costal sobre los hombros de Illius, soltaba golpes en su espalda y patadas en su cara, lo jalaba del pelo y tiraba de su ropa.
-¡IRAS A CASA, TOMARAS TU ESTÚPIDA ESPADA OXIDADA Y HARÁS LAS LECCIONES QUE TE MOSTRÉ AYER!
-¿Discutiendo de nuevo? -dijo el señor Bakri asomándose por la puerta, su esposa miró a Hâfez con enfado.
-¿Ves?
-Lo siento, no pensé que volverían a discutir. -Hâfez bajó la cabeza avergonzada, observando de reojo como Illius ahora se llevaba arrastrando a una bestia hacia su casa.
-¡Bueno! Vuelvan al trabajo, ¡no hay que quedarse mucho tiempo mirando!  -dijo Zâhir caminando de lo más campante junto con Jalil, Hâfez y sus padres caminaron dentro de la posada.

Jalil se detuvo un momento y miró a Illius empujando a Jade por la puerta de su casa mientras ella gritaba histérica.

-A veces quisiera hacer algo para ayudarla
-¡Ah vamos! -respondió el fa’e mirando a Jalil confundido.- No te metas en sus discusiones, ambos te golpearan si se metes en su zona de eliminación.
-Valdrá la pena… ¿Sabes? Cuando ella es tranquila y sonríe es agradable, no me gusta verla enojada y triste, como los primeros días cuando llegó ¿Recuerdas?
-Si, ella me mordió ¡me mordió!

Jalîl se río y vio por última vez la casa de Illius, estaba silencioso, pero eso no preocupo al elibir y caminó con su compañero a trabajar.

-...algunas cosas comenzaron a cambiar.


¡Finalmente! yaaaaaaaaaay!


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Comments1
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Relatos-del-bardo's avatar
esta bueno el relato, algo caótico hahaha, pero está bien. =)